miércoles, 14 de noviembre de 2012

MALENA


La traicione, le mentí, abuse de su confianza e inocencia.
Todo para hacerla mía y embestirla salvaje entre el modulo de ciencias naturales y geografía, en el aula principal.
Diecisiete años tenía apenas Malena cuando la vi entrar por primera vez: un pasillo largo hasta llegar a preceptoria; y ella a lo lejos que se acercaba; movía sus piernas y su cintura, con ese provocativo y despampanante uniforme escolar.
Voy a confesar, no fue su prematura edad ni su tendenciosa manera  de subirse la pollera hasta el cuello lo que me movía  a desesperarme de esa manera tan salvaje; si no que detrás de toda esa virgen fachada  se escondía la mujer mas adulta que había conocido jamás. En serio lo digo, una mujer solida, decidida, segura, una mujer que yo, solamente yo pude revelar detrás de ese disfraz crédulo de niña precoz.
¡Ella era la que me hurgaba cochina con su mirada media tímida media voraz, desde el patio, en los recreos, después de la clase de ingles¡
¡Ella era la culpable de mis ataques vespertinos, y de mis frustraciones y desdichas amorosas ¡
Me acuerdo, cada vez que salía de la escuela, las tardes se me volvían insoportables y el ocaso me devolvía el recuerdo de su pelo, su piel y sus uñas pintadas cada una de diferente color. El sol se ocultaba entre los edificios de colegiales y yo como drogado repetía su nombre hasta que ya no distinguía más ninguna situación: Malena¡…Diecisiete años tenías…Malena y yo era su preceptor.
Le dije que la esperaba por que estaba preocupado por sus faltas y que necesitaba hablarle de su inestable desempeño escolar.
Mi lindo angelito, se dio cuenta en seguida que yo de ella quería algo más y no precisamente sus notas de Química ni su Trabajo Práctico de Naturales era lo que me llamaba la atención.
Sensual, atrevida y misteriosa, Malena respondió a mi cita y me vino a buscar hasta el aula principal que quedaba en el subsuelo, pasando el comedor:
Las gotas de transpiración delataban mis ansiedades mas sexuales, y ella con una tranquilidad gozosa, sin decir una sola palabra,  empezó lentamente a desabrocharse de a uno, los botones del uniforme, que iban desapareciendo entre esos senos que brotaban desde su corpiño jovial
-Pendeja incauta, que linda que sos chiquita impoluta. Me pedía que le diga mientras nos revolcábamos entre los escritorios y las sillas, y nos embarrábamos de tiza pegados al pizarrón.
Ella se dejaba escurrir débil e inocente entre mis brazos de hombre maduro. Y me miraba desconcertada pero entregada a tanta pasión
Tres horas de lucha ardiente y descontrolada, inolvidable lucha carnal,, antes de que llegara Roberto, el rector.
Muerto de vergüenza presentÈ, yo solo, mi renuncia; y por suerte los padres no levantaron cargos, creo que ella los convenció.
A Malena la cambiaron de colegio… pero jamás supe que paso.
Malena…Diecisiete años tenías…Malena y yo era su preceptor. 

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