Los senos de mi amiga
Serafina, eran como dos hermosos pompones de algodón que se exhibían impúdicos,
mientras nos cambiábamos en mi cuarto para salir al colegio en Villa Pueyrredon
Me quedaba contemplándolos
un largo rato sentada desde mi cama; hasta que ella me descubría observándolos
boquiabiertos, y reía hasta no poder mas.
_ te gustan mis tetas,
Juana? Reía y la seda de la camisa de la escuela se deslizaba por sus pechos
hasta caer por encima del pantalón.
Pero lo que Serafina no
sabía era que no solo me gustaban sus senos, si no también sus ojos, sus
piernas, sus dedos, su pelo; pero lo que más me gustaba de ella era su manera
de besarme. Si, con Serafina nos besábamos, y nos dábamos besos de todo tipo; con
lengua, sin lengua, picos, en el cachete, mordiéndonos los labios. Hasta
tratábamos de inventar nuevas formas de besar.
A Serafina le gustaba Patricio de 5 b, a ella siempre le gustaban los chicos más grandes.
A Serafina le gustaba Patricio de 5 b, a ella siempre le gustaban los chicos más grandes.
Yo no era amiga de Patricio,
ni amiga de los amigos de Patricio, yo solamente era amiga de Serafina y odiaba
la idea de tener que compartir.
Patricio y yo competíamos
por Serafina, de eso me di cuenta mucho después de terminado el colegio. En
esos años, mas que competencia, lo que
tenia yo era un impulso permanente de querer matarlo a el. Me consolaba pensar
que el no la besaba, ni dormía en su cuarto, ni podía mirarla mientras se
cambiaba, ni iban al baño juntos como hacíamos nosotras dos.
Pero lo que yo realmente no podía
evitar, era que en los recreos, Serafina me hable minutos enteros de Patricio,
mientras lo veíamos jugar al fútbol, sentadas en el campito al lado del Aula
Mayor.
Ese inexperto, de torso sin
bello, con manos grandes y espalda prometedora, hacia que Serafina enrojeciera
sin vergüenza, y experimentara con su
cuerpo de puberal-adolescente, sensaciones que todavía eran in atrapables para
nuestra prematura edad.
Yo en esos momentos la
miraba con recelo, y bañada de cólera y celos; siempre interrumpía sus momentos
de éxtasis travieso, con algún chiste tonto, un chisme barato de las chicas de cuarto,
o hasta a veces, la sorprendía con un beso largo y le recordaba en seguida de
lo importante de nuestra amistad.
Llego una tarde, en la que
ella, perdida totalmente ya entre las fantasías
de baños mojados con su amante impoluto, paso todo un día sin hablarme; y yo endemoniada
por mis celos que se volvían cada vez mas insoportables, llegue a pensar que si
yo no podía tener a Serafina, entonces no la tendría nadie mas.
Y sabia que había algo, que
a ella le dolería y la alejaría de el para siempre, pero también sabia, la
alejaría de mi.
Ese mismo día, después de
terminado el recreo, corrí hasta donde estaba Patricio junto a sus amigos, y a medida
que yo, decidía me aproximaba, iba percibiendo la mirada inquisidora de Serafina
detrás de mi.
Cuando llegue a su lado, me
acerque lo más que pude, hasta sentir el aguijón desesperado de mi amiga, que se encontraba
del otro lado del corredor; y le dije suavemente al odio, a mi odiado Patricio,
si quería besarme.
Sabia por mis atributos
corporales prematuros, que el no se iba a negar.
Y allí delante de toda la
escuela, pero principalmente delante de Serafina, el acerco sus finos labios rojizos
hasta encontrarse con los míos, y me beso.
Por un minuto, pensé que podía
morir; empecé a sentir algo húmedo que me hacia abrir la boca un poco mas.
Ese beso de lengua, no era
el mismo que me daba con Serafina. Era un beso que atravesaba mis entrañas, mi
garganta y llegaba hasta el vientre para hacerme estremecer. Humedecí.
Enceguecí, olvide mi nombre,
el suyo y mi lugar. Temblé en sus manos. Y mis manos traicioneras se dejaron
manejar.
Despegarnos costo la vida, y
los ojos de Patricio, de pronto se convirtieron en el cielo, su sonrisa en paraíso, y su boca en
el mar.
Me había enamorado.
Había tenido mi primer
orgasmo, delante de testigos inocentes, delante de Serafina, delante de el. Había
perdido la cordura.
Serafina, como era de
esperarse, nunca mas me hablo. Terminamos la escuela y perdí su rastro.
Con Patricio fuimos novios
hasta la secundaria, hasta que me dejo, por la que era, en ese entonces, mi
mejor amiga: Ambar.
Hoy revelo esta historia,
por que me pregunto, que hubiese pasado si no lo besaba, que hubiese pasado si
Serafina se quedaba con el, si yo no me enamoraba, primero de ella.
Y mas me
pregunto: ¿El sexo, puede mas que la amistad?
tengo una poesía con el mismo título, que habla de algo parecido!! hahaha mua
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